miércoles, 26 de abril de 2017

¿Brindamos?

“Sí, sí”, dices. “Todo bien, todo en orden.”

Pero está de todo menos en orden. De hecho, no está nada bien, y cuanto más jures estarlo más te agrietas por dentro.
Al principio es muy llevadero, la presión en el pecho casi ni se nota y todavía quedan algunos pensamientos que te dicen que sólo es una mala racha. Pero se pone peor. Las cosas suelen ir siempre a peor si no se tratan.

Al cabo de un tiempo, cualquier cosa mala que te suceda es un abismo. La presión en el pecho se siente casi como una pelota de acero hundiéndose en el esternón y los pensamientos positivos cada vez son más escasos.

Sabes que las cosas en el fondo no te van tan mal, pero hay también algo que te dice que sí. Que todo va peor de lo que te imaginas, que todo el mundo acaba por irse y que eres lamentable. Y ese “algo” gana la batalla en la mayoría de los casos.

La presión en el pecho se vuelve algo palpable y sientes que cada vez tienes menos aire, que tu cabeza va mucho más rápido de lo que puedes llegar a soportar y que la montaña de negatividad llega a su cumbre. Y pum.

Y a esto se le llama ansiedad. Más popular que Christian Grey, si cabe.

Suele ser frecuente en personas que tienen puestos de trabajos estresantes, estudiantes que estudian y trabajan y no llegan, gente que por el motivo que sea no lo está teniendo fácil… y adolescentes, porque simplemente ven que no encajan. Y esto se supone que ahora es lo normal. Tener 15 años y más ataques de ansiedad que amores platónicos.

Yo no he encajado. Yo he tenido ansiedad. Yo te digo que, a diferencia de Ikea, de aquí, sí se sale.

Si tuvieras la oportunidad de abrir una barrera espacio-tiempo, y pudieras reencontrarte con tu “yo” de 5 años, ¿qué le dirías?, ¿cómo reaccionarías? Probablemente habrían más “no escojas esta carrera, no te enamores de, no vayas con,…” en lugar de “eres increíble con los idiomas, no te rindas nunca”.

Una de mis chicas dijo que se diría a ella misma algo que probablemente se me vaya a quedar más marcado que la pintura de un tatuaje: “Vuélvete loca, que luego la gente se vuelve muy seria.”

¿Y si ese es el problema? La sociedad nos obliga a madurar demasiado rápido, tenemos millones de cosas que decir pero nos hacen callar para que puedan hablar los mayores. Hemos llegado a un punto que llorar en público es de débiles, pero no querer expresar lo que se lleva dentro es de retraídos. Todo mal.

Es muy triste hacer de tu vida una cárcel, de verdad. Hacer de lo negativo tu zona de confort es el mayor error del mundo porque no es real. Si bien la realidad es algo relativo, porque cada uno tiene la suya, vivir en un mundo donde predomina el negro no es ni sano, ni cierto, ni te va a llevar a ninguna parte.

Tu mundo va mucho más allá de todo lo que puedes llegar a ver. Si sientes que no eres aceptado, tal vez te estás diciendo a ti mismo que quienes te rodean no son los tuyos, que donde vives no es dónde vas a formar una familia o que te estás pidiendo ayuda a gritos de una forma que no consigues entender.

¡Y está bien! No hace falta tenerlo todo solucionado. Nadie lo tiene. Las cosas cambian. Tú cambias y no pasa nada. Si crees que lo que realmente te apetece es una copa de vino un martes a las diez de la mañana y poner la música a todo trapo, hazlo. Si te apetece mandar a la mierda a quien te mira como si fueras de otro Planeta, ¿por qué no? Te van a mirar igual de mal hagas lo que hagas…

La vida es mucho más que pensar en quién tienes al lado y dónde estás. La vida es saber que quien está a tu lado lo estará pase lo que pase y que no importa dónde vayas porque siempre los llevarás contigo. Nadie encaja con nada y ésa es la gracia.

Todo es cuestión de saber emborrachar a ese “algo” que te dice que no, y sacarlo a bailar contigo. ¡Chin-chin!


¡Pasta la vista, babies!💋

Lai


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