miércoles, 26 de abril de 2017

¿Brindamos?

“Sí, sí”, dices. “Todo bien, todo en orden.”

Pero está de todo menos en orden. De hecho, no está nada bien, y cuanto más jures estarlo más te agrietas por dentro.
Al principio es muy llevadero, la presión en el pecho casi ni se nota y todavía quedan algunos pensamientos que te dicen que sólo es una mala racha. Pero se pone peor. Las cosas suelen ir siempre a peor si no se tratan.

Al cabo de un tiempo, cualquier cosa mala que te suceda es un abismo. La presión en el pecho se siente casi como una pelota de acero hundiéndose en el esternón y los pensamientos positivos cada vez son más escasos.

Sabes que las cosas en el fondo no te van tan mal, pero hay también algo que te dice que sí. Que todo va peor de lo que te imaginas, que todo el mundo acaba por irse y que eres lamentable. Y ese “algo” gana la batalla en la mayoría de los casos.

La presión en el pecho se vuelve algo palpable y sientes que cada vez tienes menos aire, que tu cabeza va mucho más rápido de lo que puedes llegar a soportar y que la montaña de negatividad llega a su cumbre. Y pum.

Y a esto se le llama ansiedad. Más popular que Christian Grey, si cabe.

Suele ser frecuente en personas que tienen puestos de trabajos estresantes, estudiantes que estudian y trabajan y no llegan, gente que por el motivo que sea no lo está teniendo fácil… y adolescentes, porque simplemente ven que no encajan. Y esto se supone que ahora es lo normal. Tener 15 años y más ataques de ansiedad que amores platónicos.

Yo no he encajado. Yo he tenido ansiedad. Yo te digo que, a diferencia de Ikea, de aquí, sí se sale.

Si tuvieras la oportunidad de abrir una barrera espacio-tiempo, y pudieras reencontrarte con tu “yo” de 5 años, ¿qué le dirías?, ¿cómo reaccionarías? Probablemente habrían más “no escojas esta carrera, no te enamores de, no vayas con,…” en lugar de “eres increíble con los idiomas, no te rindas nunca”.

Una de mis chicas dijo que se diría a ella misma algo que probablemente se me vaya a quedar más marcado que la pintura de un tatuaje: “Vuélvete loca, que luego la gente se vuelve muy seria.”

¿Y si ese es el problema? La sociedad nos obliga a madurar demasiado rápido, tenemos millones de cosas que decir pero nos hacen callar para que puedan hablar los mayores. Hemos llegado a un punto que llorar en público es de débiles, pero no querer expresar lo que se lleva dentro es de retraídos. Todo mal.

Es muy triste hacer de tu vida una cárcel, de verdad. Hacer de lo negativo tu zona de confort es el mayor error del mundo porque no es real. Si bien la realidad es algo relativo, porque cada uno tiene la suya, vivir en un mundo donde predomina el negro no es ni sano, ni cierto, ni te va a llevar a ninguna parte.

Tu mundo va mucho más allá de todo lo que puedes llegar a ver. Si sientes que no eres aceptado, tal vez te estás diciendo a ti mismo que quienes te rodean no son los tuyos, que donde vives no es dónde vas a formar una familia o que te estás pidiendo ayuda a gritos de una forma que no consigues entender.

¡Y está bien! No hace falta tenerlo todo solucionado. Nadie lo tiene. Las cosas cambian. Tú cambias y no pasa nada. Si crees que lo que realmente te apetece es una copa de vino un martes a las diez de la mañana y poner la música a todo trapo, hazlo. Si te apetece mandar a la mierda a quien te mira como si fueras de otro Planeta, ¿por qué no? Te van a mirar igual de mal hagas lo que hagas…

La vida es mucho más que pensar en quién tienes al lado y dónde estás. La vida es saber que quien está a tu lado lo estará pase lo que pase y que no importa dónde vayas porque siempre los llevarás contigo. Nadie encaja con nada y ésa es la gracia.

Todo es cuestión de saber emborrachar a ese “algo” que te dice que no, y sacarlo a bailar contigo. ¡Chin-chin!


¡Pasta la vista, babies!💋

Lai


miércoles, 19 de abril de 2017

"Sufre ahora y vive el resto de tu vida como un campeón"


Oh, el Verano… con sus días más largos, sus noches más largas… su Sol, tu piel abrasada y pelándose mientras te mientes a ti mismo diciendo que todo lo rojo luego será moreno californiano… playa, piscina, cerveza, fiesta…

Te mueres de ganas de oficiar la estación del año que más se disfruta por la mayoría, te imaginas en la playa, tomando el Sol, corriendo a cámara lenta hacia el mar… hasta que te pruebas el bañador por primera vez.

Y te deprimes.

Porque las cosas siempre son así. Porque piensas que tienes todo el tiempo del mundo para ponerte cañón y porque te prometes a ti mismo que no te vas a apalancar como el año anterior. Pero te vuelve a pasar lo mismo. Y Semana Santa no ayuda.

Empiezas a planear tu vida desde el día de hoy hasta que comienza a aparecer el anuncio de Estrella Damm por la Tele con comida extremadamente saludable y Killer Cardio Workouts by Kayla Itsines sin darte cuenta de que toda la dieta que estás maquinando en tu cabeza la vas a acabar a las tres de la mañana de hoy con los últimos huevos de chocolate que quedan por casa.

Así que Stop. Vamos por partes.

Se dice que un 70% de nuestra salud física se basa en la alimentación, mientras que sólo el 30% va destinado al ejercicio. No vas a ir a ningún lado si te pasas una tarde entera en el gimnasio y luego te cascas un McMenú McGistral con una hamburguesa de ternera de 3 kilos y todos los ingredientes congelados del mundo y más.

En la entrada “Cómo perdí 20kg en una semana” hablo de cómo mantener una alimentación balanceada sin morir de anemia en el intento.  De cinco a seis comidas al día, pequeñas porciones, sin evitar ninguno de los tres macronutrientes.

 Por otro lado, aunque el ejercicio constituya una mínima parte de todo el esfuerzo y sea – créeme - la parte más fácil de las dos, es un qué muy importante, no sólo para que a las Kardashian se les revienten las prótesis de silicona de la envidia por tener un mejor cuerpo que ellas sin tener que pasar por quirófano, sino también para mantener nuestro cuerpo funcionando como debería.

¿Cómo entrenar, pues? Al igual que con la alimentación, a la hora de hacer ejercicio también se debe llevar un balance. ¿Verdad que no soportarías comer lechuga cada día a todas horas? Nuestro cuerpo no podría aguantar una rutina de ejercicio cardiovascular diaria tampoco.

Hay que darle una oportunidad a las pesas. No, no te vas a poner enorme. Si fuera tan fácil el Bodybuilding no tendría sentido. Y lo tiene. Créeme que lo tiene.

Tanto si lo que buscas es tonificar como quemar grasa, todo lo que lleve un peso adicional es tu mejor aliado, ya que eso va a ayudar que tu músculo crezca y, a su vez, hará que el metabolismo se mantenga acelerado incluso después del entrenamiento (y que por lo tanto sigas quemando calorías horas después de haber entrenado).

El cardio sigue siendo brutal para la quema de grasa, no nos confundamos, pero éste solo consigue acelerar el metabolismo durante la práctica del ejercicio y, si nos excedemos, también consigue la pérdida del músculo. Y eso no lo queremos.

Desde la voz de la experiencia, recomiendo muchísimo un entrenamiento cardiovascular llamado HIIT (High Intensity Interval Training), que trata de una rutina de ejercicios basada en intervalos de alta intensidad con algunos segundos de descanso entre cada uno.

El beneficio de este tipo de entrenamiento es que, en tan solo 20 minutos de ejercicio, se pueden llegar a quemar incluso más calorías que en un cardio moderado de unos 45 y que sigamos quemando grasa hasta 48 horas después. Sí, sí. Como lo oyes.

Esto es gracias a que sometemos a nuestro cuerpo a una intensidad de entre un 80-90% de nuestra capacidad durante el intervalo de alta intensidad y lo dejamos “reposar” a un 60% - aprox.- durante el intervalo de descanso. Sin embargo, en un cardio normal, la capacidad que ofrecemos es un 70% constante, cosa que hace que el cuerpo se acostumbre, nos aburramos y dejemos de prestar atención a lo que hacemos.

Otro de los beneficios que tiene el HIIT es que puede combinarse con las pesas y, si tuvieras problemas con hacer ejercicio durante la semana y tu tiempo sólo te permite entrenar tres días, por ejemplo, lo único que debes buscar son 20 minutos de ellos. Adelgazar sin perder músculo. Brutal, ¿eh?

¿Que no tienes problema con el ejercicio a diario? Llena la semana como a ti te guste, teniendo siempre en cuenta que no se puede entrenar dos días seguidos el mismo músculo y que no se deben hacer dos rutinas HIIT seguidas.
Si lo que buscas es ganar resistencia y levantar nalgas ejercítalas 2 días a la semana: Lunes y miércoles (rutinas con pesas - sentadillas, zancadas, deadlifts..., y unos minutos de salto a la comba, p.e.)

Y los otros tres días de la semana una rutina HIIT con otro grupo muscular que no sean las piernas: Martes rutina HIIT y abdominales, jueves rutina HIIT y brazos y sábado otra rutina HIIT con, por ejemplo, un estiramiento algo más largo que los que realizas después de cada entrenamiento.

Tómate los otros dos días para descansar. ¡El músculo crece en reposo!

Aquí te dejo un ejemplo de rutinas HIIT para que te hagas un poquito a la idea.


Es duro, vas a sudar y va a doler, pero como Muhammad Ali una vez dijo: “Odié cada minuto de entrenamiento pero dije ‘no renuncies. Sufre ahora y vive el resto de tu vida como un campeón’”. Todo está en ti.

¡Pasta la vista, babies!💋


Lai



Si hay cositas que no han quedado claras, mi mail está en la descripción, ¡¡¡no te cortes!!!


miércoles, 12 de abril de 2017

Cómo construir un recuerdo y otros errores


Querría empezar esta entrada hablándote sobre mi plan de cena del otro día: nunca descongelo el pollo a tiempo y siempre acabo dándole un toque de deshielo en el microondas – cosa que dicen que es malo porque el valor nutritivo del alimento se va igual de fugaz que las Vitaminas del zumo de naranja si lo dejas reposar más de un segundo en la mesa, según todas las madres del mundo.

Ese día fue distinto. Saqué el pollo del congelador cuatro horas antes de la cena, preparé todo lo que necesitaba para tenerlo listo – incluso medí las porciones para que me cuadrara con los macronutrientes - porque iba a ser una cena épicamente sana y a la vez brutalmente deliciosa.

Acabé un entreno perfecto, de esos por los que merece la pena vivir y al abrir la nevera, la vi. Tan bonita. Tan brillante. Con ese tarrito de cristal tan estético. Ese color y cremosidad que tanto la caracteriza y ese olor que sin necesidad de destaparla se siente, porque tu corazón recuerda su sabor…

Nutella.

Aparté el pollo, cogí una cuchara y me pegué el festín de mi vida.  

¿Me arrepiento de ello? Sí. ¿Lo volvería hacer? Oh, sí. Después de repelar el fondo de lo que una vez después de pasar por el lavaplatos iba a ser un nuevo vaso en la vajilla, mi estómago no agradeció mucho que dejara el pollo en la nevera muerto del asco, pero oye, la culpa es del estúpido colon, que no funciona como debería.

Lo que vengo a decir con esto es que si sientes que lo necesitas, hazlo. Reprimirse es cosa de amargados y te va a hacer infeliz.

Como he dicho ahí arriba, tengo una App que me mide los macronutrientes que ingiero en un día para mantener un control más exacto de lo que me llevo a la boca (ya hablaré de esto más adelante), pero eso no quita que me reprima y me castigue cada vez que se vaya la dieta un poco de las manos – un poco viene a ser lo mismo que cenar Nutella y de postre helado, para que nos entendamos.

Bajarse del tren -de forma moderada - es incluso recomendable para aquellas personas que lo que busquen es perder peso sin perder también la cabeza. Todos sabemos que es muy difícil vivir sin lo que más quieres en el mundo.

Esto es algo que también fácilmente se puede aplicar al día a día. Muchas veces nos vemos obligados y reprimidos a actuar acorde con lo que los demás esperan o en función a lo que “todo el mundo” hace. Vivimos con el miedo a ser excluidos y eso no está bien.

Desde que era pequeña viví sin voz porque temía que lo que pudiera llegar a decir no fuera lo suficientemente importante como para ser escuchado o simplemente por la cantidad de represalias que a ello pudiera conducir. Incluso también porque estaba demasiado acostumbrada a ellas como para que cayeran más. Yo creo que lo de los pingüinos de la película de Madagascar lo escribieron en mi honor. “Sonreíd y saludad, chicos, sonreíd y saludad”.

Siempre he creído que lo que nos hace viejos no es el paso de los años, sino todo lo que hemos vivido y todo por lo que hemos aprendido. Hay gente mayor que no recuerda la edad que tiene pero sí aquello que pasó cuando tenía trece años y que le enseñó algo que nunca jamás llegó a olvidar. Somos una caja de recuerdos andantes y eso es lo que nos hace especialmente humanos.

Las mejores anécdotas que tenemos están basadas en errores y en cosas que no deberían habernos pasado – al menos no tan jóvenes -, pero que a la larga se convierten en una de las mejores batallas, lecciones, o ambas. Creemos que el tiempo no lo cura todo porque no paramos de medirlo. No paramos de contar el tiempo que pasó desde la desgracia y no paramos de pensar que aún después de tanto tiempo no hemos pasado página. Nos olvidamos de vivir con ello y aceptarlo, sin pensar que serán cosas que uno no va a olvidar en la vida.

Por eso haz lo que te dé la gana. Habla, saca tu voz, ¡critica, joder, que sienta demasiado bien!

¿Quién sabe si el tarro de Nutella va seguir ahí cuando te decantes por el pollo y después te arrepientas?

¡Pasta la vista, babies!💋



Lai


miércoles, 5 de abril de 2017

El lado bueno de las decepciones


Más que buscar el motivo por el cual nos sentimos como el culo, lo que solemos hacer es echarle la culpa a la Primavera… o al que tenemos al lado, delante, detrás o incluso arriba en el cielo – para luego ir a rezarle, pensando que si así lo hacemos, nuestros problemas se disolverán cual mantequilla en el microondas-.
Si aprobamos, somos unos cracks, pero si suspendemos es por el cabrón del profesor, que nos tiene manía.

Pues no. Las cosas no van así. Al menos ya no.

La vida es como un juego: por un lado, tienes la versión de prueba donde no pagas nada y todo es como muy fácil. Si la cagas tienes vidas indefinidas que te salvan cada vez y te dejan volverlo a intentar.

Y luego viene el nivel 18. El nivel en el que te enganchas. Cuando el Sim que te has creado se enamora y necesitas saber qué pasa. Ahí es cuando te hacen pagar. Pero lo que no sabes es que se va a poner difícil de cojones y solo te van a dar tres vidas, y que cuando las pierdas, o bien te vas al hoyo, a la cárcel o a Alcohólicos Anónimos.

Y ya no vale el “yo no he sido”.

Parte de nuestras decepciones derivan de poner nuestro muerto en la espalda de otros. Esperamos que los demás hagan cosas por nosotros que ni siquiera nosotros mismos haríamos y dejamos escapar oportunidades increíbles por un simple “error” de actitud, oportunidades que solo pasan una vez en la vida.

Y quien dice oportunidades, dice personas.

Y ahora me dirás: “Esto es cosa de las películas, que hacen que te llenes la cabeza de pájaros”. 
Lo que decía. La culpa a los demás.

Los amores de película, pueden o no pueden existir pero, ¿a ti qué más te da? Mientras tengas a alguien a tu lado que se muera por verte, que confíe en ti y te quiera a pesar de tus gilipolleces, ¿qué más quieres?

Y por no hablar sólo de novi@s, hablemos de los amig@s. Que se quiten las aventuras locas de las películas con “amigos” cuando estos no están a la altura cuando se les necesita de verdad.

Creemos que un amigo es alguien que se sienta con nosotros toda la tarde y escucha todo lo que decimos y cómo culpamos a los demás por la cantidad de decepciones que nos causan, pero el verdadero trabajo de un amigo de verdad es el de después. El de, aún hablarle de todas las cosas que nos preocupan, haberle sonreído y haberle dicho “pero en fin, todo bien”, que nos lleven a comprar nuestro helado favorito, lo fusionen con nuestra película y manta favorita y hagan para nosotros el mejor plan de sábado del mundo. Por mucho que se quieran ir de fiesta.

Es cierto que, de alguna manera, es muy complicado dejar nuestros valores de lado para abrir paso al entendimiento de los valores del otro y que, cuando una persona hace algo que no entra dentro de nuestra forma de percibir el mundo, nos decepcionamos y sentimos que hay cosas que después de lo sucedido, ya no van a volver a ser como antes.

Pero amigo mío, las cosas son así. La persona que fuiste la primera vez que conociste a alguien no es la misma que viste tu piel a día de hoy, y tal vez las cosas que antes veías aceptables, son ahora el verdadero significado del caos. Y tal vez ya no encajéis. Y tal vez aquí se acaba la historia.

Y la vida sigue.

Esa es la gracia, ¿no? Evolucionar, como los Pokémon. Ser diferentes, dejarnos contagiar por la experiencia y crecer. Madurar. Ser conscientes de que los actos traen consecuencias y que las personas son difíciles y la vida complicada.

El único trabajo que nos queda por hacer es saber escoger con quien complicárnosla para que, a su vez, todo sea más sencillo.

¡Pasta la vista, babies!💋

Lai


PD. No es por daros envidia y eso, pero yo he encontrado ya a mis personas y gracias a ellas vuelvo a creer en la magia. 





miércoles, 29 de marzo de 2017

Tú: Biblia 2.0


Si ahora mismo tuvieras delante de ti un vídeo repleto de momentos clave de tu vida, de aquellas decisiones que han determinado el camino que estás trazando en este momento, te darías cuenta de lo idiota que has sido en mayor parte de las ocasiones por dejar vencer al miedo o por simplemente haber pensado que tal vez era demasiado tarde como para salir corriendo o  incluso para quedarte.

El miedo actúa dentro de nuestro cuerpo como una niebla oscura que nos paraliza de pies a cabeza e impide que veamos las cosas con claridad, pero lo que realmente hace que no avancemos aún sin dejar de caminar es el hecho de no creer.

No creer que se pueda, no creer que se llegue, no creer en ti.

Algo que mi madre me ha repetido y que no pasa día que no agradezca es ese “cree en ti” cuando la presión en el pecho era más grande que las ganas de continuar.

“Cree en ti que, aunque no lo veas ahora, todo tiene solución. No te preocupes.”

Estas cosas, cuando tienes la autoestima a tres metros bajo la corteza de la primera capa de la Tierra, cuestan de ver. Pero a la larga lo ves. Y cuando lo ves, te das cuenta. 

Eres invencible.

De hecho somos, porque deberías creer en ti, pero en mí también y creer que cuando te digo que el sudor no es grasa líquida, te lo digo de verdad.

Cambio de tema brusco que te cagas, pero oye, que los mejores encuentros son los que no se planean.

De verdad, me gustaría aclarar esto de que las ronchas asquerosas en las axilas, espalda y demás no son sinónimos de adelgazar, así que no te tortures quedándote cinco horas en la sauna, poniéndote veinte capas en pleno verano cuando sales a correr para sudar más o lo que quiera que hagas que después de leer esta entrada vas a considerar “el primer motivo por el que me descojoné de mí mismo después de empezar a creer en mi”.

El sudor no es más que un indicador que te da el cuerpo cuando su temperatura empieza a aumentar y, para contrarrestar este caloret interno, nuestro cuerpo trata de evaporarlo eliminando agua y sodio (más conocido como sal, de ahí que sea tan salado, como las lágrimas… y yo).

Sin ir más lejos, piensa en cómo dejas de empapada la cama cuando estás enfermo y a 38ºC de fiebre.

Todos estamos de acuerdo que, en la mayoría de los casos, el sudor es algo que da bastante grima, pero sin él, petaríamos cual huevo en el microondas – no lo pruebes en casa, por experiencia te lo pido – porque nuestro cuerpo no sería capaz de soportar semejantes temperaturas.

Es cierto que posiblemente, después de hacer ejercicio o salir de una sauna puedas llegar a pesar unos gramos menos, pero éstos los vas a recuperar a la que bebas 0,30 ml de agua. Y con esto no quiero decir que la sauna no sirva para nada, ojo, que tiene millones de propiedades como el de mejorar el aspecto de tu piel, eliminar toxinas, combatir con la celulitis e incrementar la circulación de la sangre.

Pero al caso. Que si haciendo zapping a las tres de la madrugada acabas en la Teletienda y ves esa faja reductora que te hace sudar y perder 20 kilos en un mes, cambia de canal. Todo lo que parece fácil y rápido, acaba pasando factura.

No existe forma más eficaz de eliminar todo lo que sientas que te sobra que a base de una dieta equilibrada y con un mínimo de 4 horas de ejercicio a la semana.

No olvides nunca que no por el simple hecho de no ver los resultados que buscas en el tiempo que te propones significa que hayas fracasado o que debas dejar de confiar en ti. Hay personas que necesitan más tiempo que otras y eso no significa que seas peor que los demás. Lo que importa es cómo te sientas tú durante el proceso.

Recuerda que no existe Dios que vaya a sacarte las castañas del fuego, ni Dios que te vaya hacer la vida más fácil... a no ser que te refieras a ti mismo como tal. 

Cuando dejes de confiar en ti, confía en mí y vuelve a leer esta o cualquiera de las entradas anteriores, que mi función aquí es hacer que quieras y disfrutes haciéndote dueño de tu propio destino.


¡Pasta la vista, babies!💋

Lai


¿Aburrido? ¿Tienes dudas? ¿Eres un hater empedernido y llevas más de un minuto sin meterte con nadie? En la descripción encontrarás mi mail, estoy abierta a propuestas, dudas, preguntas y de 8 am a 22pm.

¡¡¡Que sepáis que todos los comentarios y dudas que me mandáis me vuelven loca de la ilusión!!!


Pd. Estoy de la Primavera hasta el




Algún día hablaré del yoga y entenderéis mi afición

miércoles, 22 de marzo de 2017

Unicornios, nubes y Zonas de Confort

Fitcípulos, hoy estoy de luto. Muy triste. Desbordada. Desquiciada. DESOLADA.

Hace un par de días se me doblo el tobillo cual cuchara ante la mente de un ilusionista y ahora vivo con un esguince, un pequeño desgarre y una venda que me hace de segunda pierna de lo gorda que es.

Y sin poder entrenar.

Y ahora pensarás, “boh, qué penosa y payasa que es, adicta a hacer ejercicio”, pues bien que lloras cuando te deja tu novi@ y en lugar de llamarte payas@, te consuelan, dan palmaditas en la espalda y compran helado para un cargamento militar entero. Y seguro que ahora, si me tuvieras delante, me dirías: “No es lo mismo”.

Pues sí. Es exactamente lo mismo. Cuando sales con alguien y estás enamorado, no paras de pensar en aquella persona, lo bien que te hace sentir y lo feliz que eres con ella. Te vuelcas enteramente a ella y no puedes parar de buscar cosas que le hagan sentir igual de bien que ésta te hace sentir a ti. Pero, ¿qué pasa cuando no la tienes a tu alcance durante una semana? Mal humor, bajones de ánimo, necesidad de sentirla cerca, de saber que todavía la tienes contigo e incluso, necesidad de consumirla, podríamos decir.

Ahora, substituye la ausencia de una persona con la ausencia de la Heroína para un adicto. Oh, vaya, pero si son prácticamente los mismos síntomas que se tiene cuando se está con mono, ¿no?

Bien, la responsable de esta maravillosa dependencia que nos hace perder tantísimo la cabeza pero que a su vez nos deja comiendo nubes de azúcar de colores mientras cabalgamos en el lomo de un unicornio con purpurina, recibe el nombre de dopamina, que es un neurotransmisor que se libera cuando recibimos estímulos que nos dan placer o nos hacen sentir bien y nos deja con ganas de más.

¿Podrías imaginarte, entonces, qué me dirías si te dijera que existe algo que te puede llevar a la cúspide de la felicidad sin tener que involucrar a nadie más que a ti mismo?

Imposible, ¿no? Pues no, estás otra vez equivocado. Vaya día llevas hoy…

El hecho de entregarnos al ejercicio no sólo nos hace liberar dopamina, sino que también serotonina, que desata esa sensación de relax y se encarga de subirle el ánimo a la gente - que padece de depresión, por ejemplo -, y endorfinas, que son hormonas que hacen que nos sintamos  eufóricos, felices y alegres. Vamos, todo un castillo de fuegos de emociones contentas y alegres y locas por la vida.

Una vez entiendas que sólo bastan cinco horas a la semana para hacer que tu vida deslumbre al Sol con ese feeling en el pecho de sentirse el Dios y creador de esos paseos en unicornio, te darás cuenta de lo poquísimo que cuesta ser feliz y quererse a uno mismo y, por lo tanto, dar y entregar el mismo amor a quienes nos entregan esas dosis de dopamina gratuitas.

Puede que al principio de pereza, pero todo es cuestión de tiempo. El dolor que quieres evitar durante y al día siguiente después de hacer ejercicio, luego es lo que más deseas. Te alimentas de él – casi literalmente, después de entrenar acabas con un hambre que te comerías al unicornio que te sacó a pasear – e incluso te sientes más realizado contigo mismo.

Muchas veces, necesitamos un poquito de dolor para sentirnos a gusto y para ver que fuera de la zona de confort las cosas tienen un brillo especial. Algo que uno no podría definir si jamás ha salido de ella, algo que sólo los que se atreven a avanzar pueden llegar a definir como “la mejor decisión que he tomado en mi vida”.

Así que, no te lo pienses más y haz ejercicio, que no solo estarás más buen@, sino que serás más feliz. Y eso se nota en las apariencias. Hay estudios que dicen que cuánto más feliz seas más atractivo te ven los demás. ¡Si es que son todo son ventajas…!

¡Pasta la vista, babies!💋


Lai





miércoles, 15 de marzo de 2017

Mamá, Papá, estoy embarazada



Hay dos cosas en la vida que uno tiene que asumir: La primera es que Satán se ha jubilado y le ha pasado el reinado de malo malísimo a su hija y princesa de su vida Caloría y que no todo el mundo está preparado para el éxito.

Y es que para llegar al punto en el que tengas que ir al baño con un par de señores de dos metros de altura, trajeados, con sus pinganillos y sus gafas puestas hasta de noche, antes tienes que cagarla, y mucho. 

No existe hombre de negocios ni persona famosa que no haya fracasado en algún momento de su vida, pero ésa es la gracia, ¿no? Apostar, perder, aprender, apostar, perder, aprender, apostar, perder, aprender, apostar, ganar.

De todas formas, lo que le da sentido a la vida es arriesgar – y dejo de hablar del tema que me pongo pesadita – y no dejarse llevar demasiado por las malas noticias, que son siempre parte del juego. En cada esquina, una putada, como en el parchís.

Pero oye, que no pasa nada. Al final, cuando las cosas te van muy bien, acabas echando de menos no caer en el pozo y estar un par de partidas sin tirar, que los descansos tampoco son tan malos, hazme caso. Además, tardes lo que tardes, siempre vas a llegar a la meta, así que perdedor, de eso que llaman perdedor, no serías. Hay que hacerte amigo de las cosas de las que tienes que tomar como lección por obligación.

Y hablando de hacer amigos, me gustaría presentarte a mi compañero de fatigas, el Síndrome del Intestino Irritable o, para los amigos, Colon Irritable. 

Este fue mi primer amigoenemigo cuando conocí el mundo del Fitness. Empecé siendo una bolita de grasa y acabé siendo una bolita de avena y brócoli.

Para quienes no lo sepan, el Síndrome del Intestino Irritable es un trastorno intestinal que causa embarazos de 3 meses temporales (véase la imagen adjunta), dolor abdominal, que visites más a menudo de lo normal al Sr. Roca🚽 o no lo visites prácticamente nada, entre otras. 

Según las palabras de mi doctora, es una especie de Intolerancia al Glúten, sólo que rechazas a un grupo de alimentos algo más extenso y que cada vez se está haciendo más famoso debido a toda la porquería y químicos que nos inyectan en la comida sin darnos cuenta.

En un par de años este síndrome será trending tópic, que pasará a usarse a modo de hashtag. #igers #follow4follow #colontime #SII #havingfun #intestinos #colonirritable. Si no tienes el SII, no eres un Cool Kid.

Fuera bromas, que esto más que serio, es muy duro. De estar comiendo todos aquellos alimentos que uno consideraría Top Sanos (avena, leche, verduras crudas, pasta y pan, comer más de 3 piezas de fruta al día,…), me prohibieron más de la mitad por la cantidad de fibra que contenían y que, por consiguiente, podían llegar a saturar mi sistema intestinal.

¿Que cómo se superan estas cosas cuando estás hinchado cual pez globo? Una vez sepas que se trata de colon irritable (es importantísimo que te mire un doctor), bebe mucha agua, elimina el café y los tés, come en porciones más pequeñas y alimentos que no sean demasiado fuertes, como el pollo con patatas al horno, por ejemplo y, aunque parezca contradictorio, haz ejercicio, ya que ayuda a eliminar el estrés y las tensiones – cosa que se acumulan muy gravemente en el estómago y pueden también llegar a causar hinchazón abdominal -, y por lo tanto, a saber controlar mejor el calvario. 

Se dice que en el estómago existe un segundo cerebro, ya que por ahí circulan más de cien millones de neuronas que están conectadas al cerebro. Es como una especie de radiopatio dentro de nuestro cuerpo: La vecina del primero que está por nuestras entrañas le dice al vecino del cuarto – en el cerebro principal, por así decirlo - que tiene hambre y éste actúa de una determinada forma; poniéndose de mal humor y agonizando, en mi caso.

Es por eso que, cuando estamos tristes, estresados o padeciendo ansiedad, lo reflejamos en el estómago, bien sea hinchándonos, ganando unos kilillos de más transformados en grasa abdominal o comiendo hasta vaciar la nevera, que también nos lleva a la opción de ponerse hecho un cerdo. 

Sea como sea, los intestinos son más sensibles que la vajilla de porcelana que tiene tu abuela en un estante con puertas de vidrio y que de pequeño tenías permanentemente prohibido tocarla, mirarla o soplarla a esta o a sus alrededores, y por eso hay que cuidarlo.

¿Cómo? Come con un poco más de cerebro, o con los dos, que también cabe y sé feliz. Sonríele a los problemas, busca el éxito en la vida y si caes en alguna casilla que te hace correr con desventaja, ¡qué más da!

Muchas veces es mejor ir despacio, admirando lo que tienes a tu alrededor y teniendo mil cosas que contar cuando llegues a la meta, que correr despavorido por el simple hecho de querer llegar antes y que no tengas nada de que hablar. Tarde o temprano, todos llegamos al final y tú decides como va a ser tu camino pero, por el amor de Dios, haz que valga la pena.

¡Pasta la vista, babies!💋

Lai









miércoles, 8 de marzo de 2017

¿Y si...?



Hablemos de todas las cosas que no hemos hecho por cobardes. Sí, sí. Tal cual. Por tontos, por no arriesgar, por miedo al rechazo o por cruzar la línea más de lo que creemos que deberíamos.

Estamos más cargados de arrepentimiento por no haber hecho cosas que por haberlas hecho. Y eso es fatal para el cutis.

Tírate a la piscina, ¡hombre! Tal vez la pilles vacía y te quedes con trece dientes menos pero, no sé, existen los implantes y las fundas bucales. Para todo hay arreglo, menos para el malestar estomacal que se te queda al pensar que pudiste haber hecho algo que ya jamás tendrás la oportunidad de repetir.

¿Qué hay de aquello que hace años que tienes en mente y que no tienes huevos de sacar a la luz por miedo a lo que pensarán? Este Blog es una de esas cosas y créeme que han pasado años y años de “va, Lai, este año sí”. Y no. Hasta que sí. ¡Click!

Estos “clicks” mentales que hacen que de repente sientas unas ganas locas de comenzar todo aquello que te propusiste años atrás, no sólo se accionan porque sí, porque te levantas y te dices a ti mismo “hoy es el día”, sino que también suceden por pequeños empujones. Bien sea tu madre con la chancla en la mano amenazándote con que como no limpies tu habitación duermes en la calle o alguien diciéndote que se te da bien esa cualidad que se requiere para hacer lo que una vez te propusiste y no llegaste a cumplir.

Todo es cuestión de escuchar, porque todo el mundo tiene algo interesante que decirte y no tiene por qué ser de forma directa.

“Han abierto un restaurante que tiene muy buena pinta” como sinónimo de “tengo ganas de verte, te echo de menos”, por ejemplo. Si te pararas a reflexionar sobre lo que las personas hablan contigo, tú mismo puedes llegar a saber el puesto que ocupas en su corazón.

Y que si no lo ocupas, te lo creas tú solo. O al menos lo intentas, que para eso es bueno arriesgar.

Además, es muy tópico, pero todo sirve como lección. Yo, de pequeña, era muy fan de meter el dedo en los enchufes y aunque tenía a mis padres constantemente encima de mí, procurando que no me acercara a ninguno, a la que se despistaban ya estaba teniendo mi cita con el aparato eléctrico mortal. Hasta que un día pasó, porque tenía que pasar. Me tenía que electrocutar porque sí, porque me podía haber quedado, pero también me podía haber convertido en Rayowoman y eso no tiene precio. A partir de ese momento, pasé de los enchufes a los Muñecos Playmobil, y se acabó a la historia.

Necesitamos pegárnosla, hacernos daño y destrozarnos a nosotros mismos para pasar página. Y esto es así. La vida es así. Estamos aquí para eso, uno no se muere por las decepciones, uno se muere por dejar que pesen demasiado en la consciencia. Ya dije en su día que la mente es lo más poderoso que existe en este mundo, y que si la tienes en tu contra, estás perdido.

¿Sabías que cualquier emoción, neurológicamente, solo dura 90 segundos? 90 segundos en ser metabolizada y asimilada en nuestro cuerpo y 90 segundos en desvanecerse. Y yo me sé de personas que se tiran enfadadas un mes. Mente, mente, mente.

Así que lucha por ella, por él, por tu sueño, por el último trozo de pizza, de brócoli, por las ganas de levantarte, de ir al gimnasio, a correr o de recuperar lo que crees perdido, tal vez el destino esté escrito ya y esté esperando a que hagas el “click” para que todo vaya a tu favor. Y si acaba por no ir y te decepcionas, total…

Las emociones solo duran 90 segundos.


¡Pasta la vista, babies!💋

Lai


 Y por cierto, ¡Feliz Día de la Mujer a todas aquellas personas que se sientan como tal!




miércoles, 1 de marzo de 2017

No eres tú, soy yo



Si te pusieras realmente a analizar todo lo que te ha pasado desde que cuentas con tu consciencia hasta el día de hoy, te darías cuenta de que muy pocas cosas que dijiste en un momento determinado, ahora carecen de todo el valor que se le dio. “Siempre voy a estar a tu lado”, “no l@ conozco pero solo con ver las cosas que hace ya me cae mal”, “te prometo que”.

Vivimos en el futuro y eso es un error colosal. Nos encantan los planes, nos volvemos locos pensando en todo lo que nos queda por vivir y nos olvidamos de lo que está sucediendo en este mismo momento. Dependemos de tantísimas cosas, de tantísima gente que nos descuidamos a nosotros mismos y dejamos de lado lo que realmente es importante. Y en ocasiones eso ocurre porque no nos queremos lo suficiente.

Necesitamos pasar tiempo con amigos, fuera de casa, por el simple hecho de evitar quedarnos a solas con nosotros mismos por miedo a no saber qué decir. A pensar demasiado, a no saber medir las palabras de lo que quieres o tienes que decirte. Y eso es un problema. Como ya he mencionado arriba, todo es eventual. Las personas se van, llegan nuevas, lo que sentiste ayer puede no ser lo mismo a lo que vayas a  sentir hoy, cambiamos los gustos por las cosas como de ropa interior.

Lo único que permanece contigo eres tú.

Tú eres la persona que va a estar a tu lado el resto de tu vida y eso debe ser motivo suficiente para hacer cosas por ti. Para quererte y para sentir que no hay nadie que se merece ser cuidado mejor que tú. Pasa tiempo contigo, ríete de tus propias bromas, que los dos sabemos que en el fondo sí que lo haces, échate la bronca y perdónate luego. No eres perfecto. Nadie lo es.

Una vez sientas que empieces a quererte y a estar cómodo hablando a solas contigo mismo – estoy pirada, sí, suena raro -, vas a empezar a medir tus relaciones conforme lo que sientas que es beneficioso – no interesado, es distinto - para ti, y vas a sentir que tienes tu hoy agarrado por los cuernos.

Una vez sientas que empiezas a quererte, dejas de lado los “te quiero” vacíos de significado por un “dime algo cuando llegues a casa” lleno de saber lo que realmente es querer a alguien en tu vida.

Una vez sientas que empiezas a quererte vas a dejar de ver los lunes como lunes y más como nuevas oportunidades, nuevas cosas que hacer, aunque todo lo que hagas sea lo mismo cada día. Las cosas cambian mucho cuando sientes que estás al mando. Es como un sueño lúcido pero con la vida. Los problemas saben menos amargos y las alegrías son puro éxtasis.

Una vez sientas que empiezas a quererte te va a dar igual repetir la misma frase en cuatro párrafos  seguidos porque este es tu blog y escribes como te da la gana y te consideras gracioso que flipas y sabes que estás sacando al menos una sonrisilla mental al que te está leyendo (los “jajaja” donde no gesticulas músculo alguno pero que en el fondo, no sé, te ha hecho gracia. Muy en el fondo).

Poniéndonos serios, por favor, quiérete más, o al menos quiere hacerlo. No hay nada más bonito que ver una persona que no se machaca a sí misma ni a los demás por estar inseguro de mostrar que se autoaprecia. Las energías existen, y también existen las energías que incitan al rechazo cuando son demasiado pesimistas. Haz el favor y no me seas una energía en pena, que seguro que tienes mil cosas que ofrecerle al mundo y no lo haces porque piensas que tampoco eres tan bueno.

¡Pasta la vista, babies!💋

Lai


Pd. Me he ido un poco del contexto, pero necesitaba mucho redactar sobre esto, así que esta entrada también me la dedico a mí.